La Luna ha sido fuente de fascinación, generando multitud de mitos y creencias desde la noche de los tiempos.
Hoy en día, ni siquiera la ciencia se atreve a negar su influencia en la vida terrestre y el comportamiento humano.
Por lo tanto, es lógico que alguien se haya dedicado a estudiarla y, quizás, a controlarla.
Desde que seres humanos contemplan el cielo ha existido la curiosidad, la fascinación y el culto a la Luna. Existe ingente literatura ancestral acerca de ello.
Siempre ha sido contemplada en religiones, ha sido estudiada en astrología, alquimia y también la ciencia más ortodoxa.
Su existencia, su comportamiento y su influencia han sido cuestiones importantes en todas esas visiones y disciplinas.
La mayoría, se han dedicado principalmente a la observación y descripción, al intento de comprensión de todo lo que representa.
Y ha habido quien ha tratado de ir más allá y ha pretendido ejercer un control, ser capaz de llegar a conseguir la manipulación de la Luna.
Pero para qué podría desearse conseguir esto?
Mucha gente suponía la respuesta.
El interés que podría tener controlar y alterar su comportamiento, su movimiento, sus tiempos, la distancia a la que se sitúa, se deriva de la influencia que esto pudiera tener sobre la vida en la Tierra.
Pero cuál es esa influencia? Cómo tiene lugar?
Ahora que se ha perdido mucho del conocimiento, o ha quedado restringido solamente a entornos ocultos a lo público, casi sólo nos queda la ciencia más ortodoxa.
Y parece ser que hay un consenso amplio sobre la influencia en las mareas, que influye a su vez en la vida marina y sus ciclos.
El efecto gravitatorio de la Luna parece ser que es la vía por la cual se consigue. Dicho efecto posiblemente influya en otros fluidos presentes en el planeta Tierra.
Se dice que, dado que los seres vivos somos esencialmente líquidos en nuestra composición, no podemos evitar ser alterados, influidos. De diversas maneras. Desde el ciclo menstrual hasta el carácter tanto en hombres como en mujeres.
También se describen influencias sobre el sueño, con mecanismos poco claros para la ciencia.
Con estas implicaciones y otras muchas no tan reconocidas a nivel científico ni de dominio público, no es de extrañar que la Luna haya podido ser sido objetivo de artes oscuras para su control mediante rituales diversos.
Porque hay quien no se conforma con observar.
Tal vez poderes mágicos o de cualquier naturaleza, pero inexplicables para la mayoría, podrían haber conseguido influir en la vida en la Tierra utilizando la Luna como su instrumento para ejecutar sus intenciones.
Siglos y milenios observando la Luna y ni siquiera podemos tener la seguridad de no ser observados, vigilados y manipulados por ella.
Ni siquiera tenemos la seguridad de ser totalmente libres.
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